lunes, 8 de febrero de 2016

LA ORACIÓN DE UNA MADRE POR SUS HIJOS Y LA DE UN HIJO A SU MADRE

Unos días antes de la boda de mi hermana, mi madre me regaló una oración que mi abuela rezaba todos los días por sus hijos. Me llamó mucho la atención por su sencillez y profundidad. Así que con esta oración cerré mi homilía durante la boda. Lo bueno o lo malo, así es la suerte del predicador, es que al final lo único que recuerdan es lo hermosa que estaba la oración.





En este artículo sencillo les comparto la oración que mi abuela rezaba por cada uno de sus hijos, 11 en total, todos vivos gracias a Dios. Es el testimonio de las madres que acogen, ofrecen, acompañan y sostienen a cada uno de los regalos que Dios les ha enviado.

Oración por los hijos 

Jesús: mira por mis hijos. Tu amor creador me los dio; mi corazón de madre te los entrega. Que yo sepa respetar los planes que tienes sobre ellos.
Mírales con predilección. Que te sean fieles hasta la muerte. Que ellos sepan amarte a Ti y por Ti a todos los hombres.
Que pasen por el mundo haciendo su bien, y que un día los vea contigo en el cielo .
Toma mis sufrimientos y mi vida, por ellos. Soy su madre.

La oración nunca escrita 

Esta oración tan llena de sentimiento y de cariño me hizo pensar en cómo debería ser la oración de María por cada uno de nosotros sus hijos. ¿Cómo reza cada día María por nosotros, cómo intercede, cómo le habla a Jesús sobre mis necesidades, mi vida, mis sueños?
Y a la vez, me hizo pensar mucho en cómo me dirijo yo a mi Madre. Repasé las oraciones a María más conocidas. Incluso intenté componer mi propia oración. Todo en vano, no lo logré. Palabras, ideas, sentimientos. No lograba expresar bien lo que llevaba en mi corazón.
Al final, el Espíritu Santo me hizo entender con claridad esto:
Lo que buscas escribir, nunca se ha escrito, nadie ha podido. Las palabras no pueden contener esta oración. El amor a la Virgen María se vive, se siente pero difícilmente se expresa con palabras.
La oración perfecta no está escrita. Hay una oración viva por cada ser humano que existe. Es la que tu corazón quiere y tiene que dirigir a María, tu Madre del cielo, nuestra Madre. Ábrele tu corazón.
Una Madre no se cansa de esperar y por mucho tiempo quizás ha esperado este día para que tú la felicites con esta oración.


No hay excusa. No son las palabras sino el corazón el que debe hablar. Regálale lo que tengas, aunque no sea tan hermoso. Ella quiere transformar en bendiciones lo que habita en tu corazón. Todo para ella, que éste sea hoy tu regalo. ¡Todo tuyo soy María, y todo lo mío es tuyo!
Que María siempre esté en nuestros corazones. Pido por todos los lectores. P. Guillermo Serra, LC (saldetucielo@gmail.com)

Del Libro "Sal de tu Cielo"

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