jueves, 22 de enero de 2015

¿CÓMO PRESENTAR MIS HERIDAS A CRISTO EN LA ORACIÓN?


La oración es presentar mis heridas a Cristo, dejar que tome mi corazón, mi historia, y mis sentimientos: toda mi miseria para que Él los coloque en su corazón y allí yo vea cómo se transforman por su amor misericordioso: en vida, en esperanza, en plenitud. 

Es un donar mis heridas a Cristo para que me done su misericordia. Miseria y misericordia se juntan para obrar el misterio del amor de Dios que solo se logra desde un corazón confiado.

10 A’s (actitudes) para presentar las heridas en la oración a Dios

1. Apertura: entrar a la oración con un corazón abierto, con el alma desnuda, con mi espíritu ligero. Si abro mis heridas, Dios las sana, Él es médico. Podré volar, revestirme de su amor y compañía; mi corazón latirá al mismo ritmo que el suyo.

2. Acción de gracias: comenzar la oración, mi “examen médico” agradeciendo a Dios todo lo que me ha dado, enciendo mi alma de amor por lo que me quiere. También darle gracias por lo que me ha quitado, cómo me ha guiado. Él nada quita y todo lo da. 

3. Arrepentimiento: Que mi corazón se sienta realmente triste, por haber ofendido al amigo, no por verme imperfecto. Que este arrepentimiento surja por amor, desde el amor y en el amor.

4. Alegría: Es la alegría de quien quiere sanar, confía en que puede sanar y quien sabe que acude a quien lo puede sanar. Es una alegría profunda, un gozo. Cristo es feliz de vernos y de curarnos. Que me alegre de recibir su amor.

5. Amor: que sea un acto de amor, no de temor. Señor te he ofendido, he amado poco. Enséname a amar. Contemplar su vida terrena, dejar que su Palabra se hunda en mi vida y dejarse caminar el corazón por este amor que no tiene fin.

6. Admiración: maravillarse de lo que sucede, quedo limpio, esto vivo, sus heridas me han curado.

7. Amnesia: Dios sufre esta enfermedad, pérdida de memoria. No recuerda ya nuestros pecados. Ojalá nosotros tampoco recordemos nuestros pecados y sí su misericordia. Su perdón es profundo, total y si Él nos perdona. ¿Quién soy yo para no perdonarme o para preocuparme de algo que Él ya no recuerda?

8. Alabanza: alabar a Dios por ser tan cercano y por respetar mi libertad. Él me espera, no empuja.

9. Amistad: renovar mi amistad con Él, amistad que queda sellada en cada confesión con mi apertura y con su misericordia. Es un pacto de sangre, la mía y la tuya se juntan y quedo lavado por la tuya.

10. Abrazo de un Padre: experimentar el abrazo del Padre de las misericordias, que me estrecha con tanta fuerza que apenas me deja hablar. Es un amor incondicional, todo lo perdona. Que mi propósito sea amar más, amar mejor y no ofender a mi Padre.

Para la oración:

1.      ¿Cuál de estos pasos me cuesta más o está ausente en mi oración?

2.      ¿Cómo vivo mi confesión? ¿Me preparo para este encuentro? ¿Soy capaz de examinarme bien, ver mis actitudes y desnudar mi alma ante Cristo para que Él la sane?

3.      ¿Qué dificultades experimento en la oración, en la confesión que me impiden presentar mejor mis heridas? ¿Tengo alguna herida escondida que no presento?

Mis heridas en las tuyas, mi miseria en tu misericordia. Quiero vivir la más alta expresión de tu amor para crecer, volar, ser libre, sanar y alcanzarte Señor. Sin tu misericordia el mundo no existiría. Sin tu misericordia mi corazón no existiría, no podría amar porque no sabría ser amado.

(Del libro “Sal de tu cielo”. Autor: P. Guillermo Serra, L.C.)
©Padre Guillermo Serra, L.C. 2015